sábado, 6 de septiembre de 2014

TESTIMONIO: Katia y su hija Victoria de Jesús

Cuando nos ponemos en  “campaña” todos esperamos un hijo sano. Con mi esposo nos casamos y quisimos esperar un par de años antes de embarazarnos, y cuando lo decidimos fuimos al doctor,  tomé vitaminas y creíamos  tener todo bajo control. Ambos muy sanos,  pensábamos que bastaba con quererlo y todo haría que nuestro cuento de hadas se viniera a completar con la llegada de nuestra primera hija... seguido de un “vivieron felices para siempre”.

Nuestra hija Victoria de Jesús nació en julio de 2002 con una epilepsia refractaria, esto no sólo ha implicado crisis diarias sino también muchas hospitalizaciones y daño cerebral. Desde ese día todo ha sido un antes y un después… un antes y un después a las penas y alegrías, a las muchas noches de tristeza, rabia, rebelión, cansancio y falta de sueño, y también un antes y un después al amor verdadero e incondicional. Un continuo buscar de su bienestar, muchos medicamentos, terapias, dietas para darle una mejor calidad de vida.

Como padres buscas, anhelas y luchas por la felicidad de tus hijos y por darles lo mejor. El aceite de cannabis para nosotros vino a ser una luz de esperanza en un sin fin de tratamientos ineficaces, con efectos más dañinos y secundarios que lo que puede ser una flor maravillosa puesta por Dios en la naturaleza.

A pesar de todos los pronósticos hoy sin siquiera saberlo ni predecirlo, hay un antes y un después al mejor de los desenlaces, poder decir, afirmar y sentir de todo corazón que a nuestra hija no la cambiaríamos por nada y que con sólo una mirada nos hace sentir completamente amados.



Por medio del vídeo de Charlotte nos enteramos de la maravillosa posibilidad que daba a la epilepsia el aceite de cannabis. Sabiendo que en Chile el uso no es legal pensamos en dejar toda nuestra vida acá e irnos a vivir a los EEUU, sin embargo no nos pareció justo que luego de todo lo que uno pasa como familia además debas dejar tu país porque este no te da una real oportunidad de mejora. Comencé a enviar muchos email hasta que llegamos a la Fundación Daya, inmediatamente nos acogieron nos mostraron que habían muchos más como nosotros y que con total desinterés estaban luchando por una causa. Comenzamos a probar la primera dosis de aceite  sin mucho resultado pues había que encontrar la cepa y la dosis acorde para nuestra hija… no ha sido fácil, hemos tenido aciertos y errores y dificultad para tener el aceite pues al no estar legalizado su uso todo se mueve por cadena de favores. Gracias al aceite nuestra hija ha disminuido prácticamente a 0 sus crisis.

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